PVD PLUS, UN PLAN ¿GATOPARDO?


XALAPA, VERACRUZ.- ¿Hasta donde realmente el Plan Veracruzano de Desarrollo en su segunda versión, que acaba de ser relanzada en el Congreso Veracruzano por el gobernador Fidel Herrera Beltrán significa cambios radicales en las formas y el fondo para atender realmente los problemas que aquejan a los veracruzanos? O se trata en realidad de un plan Gatopardo, en el que se sigue haciendo mas de lo mismo.

En uno de los pasajes de la célebre novela "El Gatopardo", de Giuseppe Tomasi Di Lampedusa, llevada al cine por Luchino Visconti, el personaje principal, Don Fabrizio Corbera, príncipe de Salina, le dice al funcionario Chevalley di Monterzuolo: "Algo debe cambiar para que todo siga igual".

Esta frase se llegó a ser tan famosa, que incluso dio origen a un concepto, el de "gatopardismo", con el cual se denomina, precisamente, a todas aquellas acciones de cambio que en el fondo tienen como objetivo preservar el status quo. Por paradójico que pudiera parecer, a veces la única forma de mantener las cosas como están es llevando a cabo cambios.

En los gobiernos también se da el gatopardismo; en los procesos de mejora, por poner un caso, lo que se busca en última instancia es que las cosas se sigan haciendo igual, aunque mejor; por eso se les inserta dentro de la modalidad del cambio conocida como "incremental" (o "más de lo mismo"), lo único que se hace es cambiarles el nombre o en el mejor de los casos decir que es un plan plus.

Sin embargo, hay situaciones que demandan una transformación mucho más grande que los cambios incrementales; requieren de cambios radicales (es decir, de raíz), que implican un giro de 180 grados respecto a la manera tradicional de ser o de hacer las cosas. Son los cambios que rompen con el paradigma, que exigen soluciones totalmente innovadoras porque los retos son también muy diferentes a los que se han presentado antes.

Estos cambios, independientemente de que se originen en el subsistema cultural, de estructura o de procesos, impactan fuertemente a los tres, por las interrelaciones e interdependencias que se dan entre ellos, y consecuentemente a la organización como un todo.

Generalmente se deben a un viraje en la estrategia del gobierno, producido por las nuevas amenazas u oportunidades que el entorno le presenta a la organización. El problema surge cuando el gobernante considera que con cambios incrementales se podrá hacer frente exitosamente a estas amenazas u oportunidades, para que en la organización "todo siga igual", como diría el príncipe de Salina, y no entiende que hay que romper el paradigma completo.

Esto se da con muchísima frecuencia porque, como afirma Kuhn, el creador del concepto de "paradigma", éste sólo se puede romper desde la periferia, es decir, hay que verlo desde fuera para caer en la cuenta de que ya no funciona. El paradigma no ser rompe desde el mismo paradigma; por eso, en ocasiones se requiere que alguien externo al sistema, que no esté inmerso en él y por lo tanto cegado por él, lo cuestione.

Por eso, sólo el niño que no estaba dentro del paradigma vio y gritó que el soberano caminaba desnudo, en el cuento de las ropas nuevas del emperador.

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